Antología bilingüe de la poesía de George Herbert. George Herbert (1593-1633) es un poeta de los llamados en inglés «devocionales». Cierto que hay otros en el período en que él escribe, pero su tono, reverencial en ocasiones, es tan profundamente intimista que, más allá de toda loa divina, lo que revela es un drama personal que sólo es suyo. Suyo y de nadie más es su acercamiento agónico a Cristo, pero su poesía nos hace partícipes, cómplices, de su lucha. Sus poemas son, más que testimonio, confesión íntima, confidencia sentida, y si su acento nos toca hondo es porque propenden a la emoción. Hablan al corazón sin desdeñar el pensamiento, pero no son en absoluto sentimentales; no podrían serlo, teniendo como tienen su origen en una morosa meditación sobre Dios, la vida y la muerte. [...] Es una poesía compacta, concisa y densa que no revela sus secretos tras una primera lectura. Pero su sencillez no es meramente verbal, sino un modo trabajado de ser, una depuración espiritual que constituye el núcleo fundamental de unos poemas que han hecho de su obra una presencia constante en la conciencia poética colectiva de los lectores ingleses. La presente edición, la primera de Herbert en español, recoge aquellos poemas que, a juicio de los antólogos, establecen un diálogo más estrecho con la tradición poética contemporánea. «La exquisita variedad formal de sus poemas es un ejemplo de inventiva inagotable, sin paralelo en la poesía inglesa.» T. S. ELIOT «Hallo más consuelo en el devoto George Herbert que en toda la poesía desde los poemas de Milton.» S. T. COLERIDGE
George Herbert was a Welsh poet, orator and priest. Being born into an artistic and wealthy family, he received a good education which led to his holding prominent positions at Cambridge University and Parliament.
As a student at Trinity College, Cambridge, England, George Herbert excelled in languages and music. He went to college with the intention of becoming a priest, but his scholarship attracted the attention of King James I. Herbert served in parliament for two years. After the death of King James and at the urging of a friend, Herbert's interest in ordained ministry was renewed.
In 1630, in his late thirties he gave up his secular ambitions and took holy orders in the Church of England, spending the rest of his life as a rector of the little parish of St. Andrew Bemerton, near Salisbury.
He was noted for unfailing care for his parishioners, bringing the sacraments to them when they were ill, and providing food and clothing for those in need.
Throughout his life he wrote religious poems characterized by a precision of language. He is best remembered as a writer of poems and the hymn "Come, My Way, My Truth, My Life."
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