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John MacArthur

John MacArthur


John F. MacArthur, Jr. is a fifth-generation preacher who serves as a pastor-teacher of Grace Community Church in Sun Valley, California. He is also a prolific author, conference speaker, and is president of The Master's College and Seminary. MacArthur received a B.A. from Los Angeles Pacific College, his M.Div. from Talbot Theological Seminary, Litt.D. at Grace Graduate School, and D.D. from Talbot Theological Seminary. In addition to his administrative responsibilities, he regularly teaches Expository Preaching at the seminary and frequently speaks in chapel.

MacArthur's pulpit ministry has been extended around the globe through his media ministry, Grace to You, and its satellite offices in Australia, Canada, Europe, India, New Zealand, Singapore, and South Africa. In addition to producing daily radio programs for nearly 2,000 English and Spanish radio outlets worldwide, Grace to You distributes books, software, audiotapes, and CDs by John MacArthur. In thirty-six years of ministry, Grace to You has distributed more than thirteen million CDs and audiotapes.

      John Fullerton MacArthur, Jr. is a United States evangelical writer and minister, noted for his radio program entitled Grace to You. MacArthur is a fifth-generation pastor, a popular author and conference speaker and has served as the pastor-teacher of Grace Community Church in Sun Valley, California since 1969, and as the President of The Master's College (and the related The Master's Seminary) in Santa Clarita, California.

      Theologically, MacArthur is a conservative far-right Baptist, a strong proponent of expository preaching, a dispensationalist and a self-described Calvinist. He has been acknowledged by Christianity Today as one of the most influential preachers of his time, and is a frequent guest on Larry King Live as representative of an evangelical Christian perspective.

      MacArthur has authored or edited more than 150 books, most notably the MacArthur Study Bible, which has sold more than 1 million copies and received a Gold Medallion Book Award. Other best-selling books include his MacArthur New Testament Commentary Series (more than 1 million copies), Twelve Ordinary Men, (more than 500,000 copies), and the children's book A Faith to Grow On, which garnered an ECPA Christian Book Award.

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Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. JUAN 15.19 La persecución es inevitable para los justos. Pablo advirtió a Timoteo: «Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Timoteo 3.12). El verdadero creyente se aparta del mundo porque ha sido santificado mediante su identificación con Jesucristo. Él vive con rectitud y no pertenece al sistema. Debido a que un cristiano genuino representa a Dios y a Cristo, Satanás utiliza el sistema del mundo para atacarlo. Es por eso que Jesús oró por la protección del Padre de sus seguidores: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Juan 17.15). Nuestras vidas deben ser un sermón al mundo de pecado. Efesios 5.11 dice: «Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas». Si usted no está experimentando el rechazo del mundo, su vida no puede ser una amonestación para el mundo. Para tener un impacto por Cristo en este mundo hostil y perverso, se debe evitar el pecado y ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Filipenses 2.15). Usted se destaca del mundo porque Cristo le ha elegido para eso. En Juan 15.19 dice: «Yo os elegí del mundo». Jesús está diciendo literalmente: «Yo te elegí para mí mismo». Él le ha elegido para ser diferente. Así que sea el sermón viviente para el resto del mundo que Cristo le ha llamado a ser.
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Usted no puede ir al cielo a menos que sepa cómo, y no puede saber cómo excepto al leer la Biblia. Es el único lugar en donde el hombre escribió las palabras que el Espíritu Santo inspiró. Toda la Escritura es dada por inspiración de Dios. Pedro describió el proceso: «los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1.21). Uno no puede entender por sí mismo las cosas de Dios más de lo que pudieron Adán y Eva, porque solo por el poder y revelación del Espíritu Santo se puede evaluar la esencia del Señor y Creador del universo. Sin el Espíritu no hay conocimiento. Pero para los que hemos recibido la enseñanza del Espíritu Santo por las Escrituras, tenemos lo que 1 Corintios llama «la mente de Cristo». Podemos saber lo que Cristo piensa porque la Biblia lo revela.
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A pesar de que nuestra esperanza es futura, se garantiza ahora. Para nosotros, la gloria futura es una realidad presente. Es por eso que perseveraremos mientras aguardamos nuestra glorificación. No importa cuáles sean las pruebas y las luchas que encontramos mientras esperamos, podemos estar seguros de que Dios cumplirá su llamado a nosotros y nos llevará a la gloria.
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El número de pecados que una persona cometa no hace que su caso sea imperdonable (vea Santiago 5.20).
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Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío. SALMOS 19.14 El significado de la Palabra de Dios no es para nada oscuro o difícil de comprender como las personas hoy día lo hacen ver. Admito que algunas cosas de la Biblia son difíciles de entender (2 Pedro 3.16), pero su verdad central y esencial es lo bastante sencilla como para que nadie se confunda con ella. «El que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará» (Isaías 35.8). Por otra parte, nuestra percepción individual de la verdad puede cambiar y de hecho así lo hace. Por supuesto que adquirimos mayor entendimiento a medida que crecemos. Todos comenzamos siendo nutridos con la leche de la Palabra. Cuando adquirimos la habilidad de masticar y digerir verdades más difíciles, se supone que debemos ser fortalecidos por el alimento sólido de la Palabra (1 Corintios 3.2; Hebreos 5.12). Esto es, movernos de un conocimiento de niño a un entendimiento de verdad más maduro en toda su riqueza y relación con otra verdad. Sin embargo, la verdad misma no cambia solo porque cambie nuestro punto de vista. Cuando maduramos en nuestra habilidad de percibir la verdad, la verdad en sí misma se mantiene invariable. Nosotros debemos ajustar todos nuestros pensamientos a la verdad (Salmos 19.14), no estamos autorizados a redefinir el término «Verdad» para adaptarlo a nuestros propios puntos de vista, preferencias o deseos. No debemos ignorar o descartar verdades seleccionadas solo porque podemos llegar a encontrarlas difíciles de recibir o de sondear. Después de todo, no podemos volvernos perezosos o apáticos acerca de la verdad cuando el precio de entenderla o defenderla se torna exigente o costoso. Tal acercamiento egoísta a la verdad es equivalente a la usurpación a Dios (Salmos 12.4). Quienes toman esa ruta garantizan su propia destrucción (Romanos 2.8–9).
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Porque estrecha es la puerta» dijo Jesús en Mateo 7.14, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan». Concuerdo en que nos cuesta mucho hallarla, especialmente hoy. Uno puede ir de iglesia en iglesia y jamás encontrarla. Es una puerta muy estrecha. La misma enseñanza aparece en Lucas 13.23–24. «Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán». Cuesta hallarla, y cuesta entrar por ella. ¿Por qué cuesta tanto encontrarla hoy, y por qué es tan duro entrar por ella? Cuesta mucho hallarla porque muchas iglesias se han desviado de la enseñanza de la verdad del evangelio. Es incluso más duro, una vez que se ha oído la verdad, someterse a ella. El hombre se adora a sí mismo. Es su propio dios. Lo que necesitamos decir a la gente no es: «Venga a Cristo y se sentirá mejor» ni «Jesús quiere suplir sus necesidades, sean las que fueren». Jesús no quiere satisfacer nuestras necesidades –mundanales, terrenales y humanas–. Lo que quiere es que estemos dispuestos a decir: «Por amor a Cristo dejaré todo lo que pienso que necesito». Es difícil pasar por la puerta estrecha porque es muy duro negarnos a nosotros mismos.
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Los padres deben estar muy claros en esto: El comportamiento no es la cuestión crucial. Un cambio en el comportamiento no va a resolver el problema de raíz del niño. Un cambio en el comportamiento sin un cambio en el corazón no es más que hipocresía.
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Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie. SANTIAGO 1.13 El curso completo de todos los eventos y circunstancias está ordenado en el decreto divino, desde el hito más profundo del plan divino hasta el detalle más insignificante. Dios también determina el número de cabellos de nuestra cabeza (Mateo 10.30). En última instancia, tenemos que admitir que el pecado es algo que Dios quiso que sucediera. Él lo planeó, lo ordenó. El pecado no es algo que entró y le tomó por sorpresa, lo agarró con la guardia baja o echó a perder sus planes. La realidad del pecado figuró en sus propósitos inmutables desde la eternidad pasada. De modo que el mal y todas sus consecuencias estaban incluidos en el decreto eterno de Dios antes de la fundación del mundo. Sin embargo, del mismo modo Dios no puede ser considerado como el autor o creador del pecado. «Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie» (Santiago 1.13). «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él» (1 Juan 1.5). Dios en ningún sentido causa, incita, aprueba, autoriza o consiente el pecado. Dios no es la causa o el agente del pecado. Lo único es que permite a los agentes del mal hacer sus obras, y luego anula la maldad mediante sus sabios y santos propósitos. Los propósitos de Dios al permitir el mal siempre son buenos. Es por esto que José pudo decir a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (Génesis 50.20).
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Los hombres y mujeres que carecen de una perspectiva bíblica tienden a pensar de la religión como la expresión más noble del carácter humano. La opinión popular en el mundo en general ha considerado generalmente la religión como algo inherentemente admirable, honorable y beneficioso. En realidad, ningún otro campo de las humanidades: filosofía, literatura, las artes, o cualquier otro, tiene tanta potencialidad para causar daño como la religión. Nada es más completamente malvado que la falsa religión, y cuanto más tratan los falsos maestros de vestirse de ropas de verdad bíblica, más verdaderamente satánicos son. No obstante, los emisarios de Satanás de aspecto benigno y hábilmente religiosos son ordinarios, no extraordinarios. La historia de la redención está llena de ellos, y la Biblia continuamente nos advierte contra tales falsos maestros: lobos salvajes con pieles de ovejas, «falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia» (2 Corintios 11.13–15). Al dar su discurso de despedida en Éfeso, el apóstol Pablo les dijo a los ancianos de esa joven pero ya acosada iglesia que se levantarían falsos maestros no solo desde dentro de la iglesia, sino también que entrarían pasando desapercibidos en el liderazgo de la iglesia (vea Hechos 20.29–30; cp. Judas v. 4). Esto ha vuelto a suceder una y otra vez en cada fase de la historia de la iglesia. Los falsos maestros se visten con las ropas de Dios; quieren que las personas crean que ellos representan a Dios, y que conocen a Dios, y que tienen una perspectiva especial de la verdad y la sabiduría divinas, aunque son emisarios del mismo infierno.
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Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. MATEO 6.13 Cuando Dios permite que seamos probados, Él siempre ofrece una salida. Siempre hay un camino a la victoria. Siempre hay una puerta de escape. Ekbasis es la palabra griega para «escapar» en 1 Corintios 10.13. Literalmente significa «una salida». He aquí una verdad que nunca habrá visto en este versículo: Pablo nos dice exactamente lo que la vía de escape es: Dios «dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar». El camino de salida es a través de. La manera de salir de la tentación es soportarla como una prueba y nunca dejar que se convierta en una búsqueda del mal. Le han hecho daño. Usted ha sido falsamente acusado. Le han criticado, tratado cruel o injustamente. ¿Y qué? Acéptelo. Soporte con alegría (Santiago 1.2); esa es la vía de escape. Por lo general, se busca una vía de escape rápida y fácil. El plan de Dios para nosotros es distinto. Él quiere que nosotros la tengamos por sumo gozo y «tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (v. 4). Dios está usando nuestras pruebas para llevarnos a la madurez. ¿Cómo podemos soportar? Hay varias respuestas prácticas. Voy a mencionar solo algunas. En primer lugar, medite en la Palabra: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (Salmos 119.11). En segundo lugar, ore: «No nos metas en tentación, mas líbranos del mal» (Mateo 6.13). En tercer lugar, resista a Satanás y ríndase a Dios: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Santiago 4.7).
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frecuencia es difícil dónde termina el estudio de la
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Hacer el bien por amor propio y no por amor a Dios no es hacer el bien en absoluto, sino una mera proyección hipócrita del pecado y el egoísmo del hombre.
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Debemos “examinarlo todo, retener lo bueno y abstenernos de toda especie de mal” (1 Ts. 5:21-22). Puesto que “tenemos la mente de Cristo” (1 Co. 2:16), debemos ser como Él en amar la justicia y aborrecer el pecado (He. 1:9). Debemos amar lo que Él ama y aborrecer lo que Él aborrece.
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Un ser humano no se convierte en pecador cometiendo pecados, sino que más bien comete pecados porque es un pecador por naturaleza. Una persona no se convierte en mentirosa al decir una mentira; dice una mentira porque su corazón ya está lleno de engaño. Una persona no llega a convertirse en un homicida cuando mata a alguien; mata porque su corazón ya es homicida. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt. 15:19).
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Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. TITO 1.15 El pecado es un tirano cruel. Infecta el alma, corrompe la mente, profana la conciencia, contamina los afectos y envenena la voluntad. Es el cáncer destructor de la vida y condenador del alma que supura y crece en cada corazón humano no redimido como una gangrena incurable. Pero los incrédulos no solo están infestados por el pecado; están esclavizados por él. Jesús dijo a sus oyentes en Juan 8.34: «De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado». También el apóstol Pedro describió a los falsos maestros como «esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció» (2 Pedro 2.19). Todo ser humano hasta el momento de su redención está bajo el dominio de la oscuridad y el pecado. No sorprende, pues, que la noción misma de tal esclavitud absoluta (una doctrina comúnmente conocida como «depravación total» o «inhabilidad total») repugne al corazón caído. Es más, ninguna doctrina es más odiada por los incrédulos que esta y hasta algunos cristianos la encuentran tan ofensiva que la atacan con pasión. Aunque la depravación total es una de las doctrinas de la gracia más atacadas y minimizadas, es la más distintiva porque es la base de un entendimiento correcto del evangelio (en el que Dios lo inicia todo y recibe toda la gloria). La Escritura es clara: a menos que el Espíritu de Dios dé vida espiritual, todos los pecadores están completamente incapacitados para cambiar su naturaleza caída o para rescatarse ellos mismos del pecado y del juicio divino. Contraste esto con cualquier otro sistema religioso en los que se les dice a las personas que a través de sus propios esfuerzos pueden lograr algunos niveles de justicia, contribuyendo consiguientemente a su salvación. Nada podría estar más lejos de la verdad.
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No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. ÉXODO 20.3–4 Por naturaleza, las personas tienden a pasar la gloria de Dios a los ídolos, «ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador» (Romanos 1.25). Es por eso que el primer mandamiento se dirige a la idolatría (Éxodo 20.3–5). Pero incluso mientras Moisés recibía ese mandamiento del Señor, Aarón y los israelitas estaban haciendo un becerro de oro para adorarlo (Éxodo 32.1–6). ¿Es nuestra sociedad diferente a la descrita en el primer capítulo de Romanos? Por supuesto que no. La gente en la cultura moderna tiende a tener ídolos materialistas: el dinero, el prestigio, el éxito, la filosofía, la salud, el placer, los deportes, el entretenimiento, las posesiones y otras cosas. Esas cosas se convierten en ídolos cuando les damos el amor y la dedicación que le debemos a Dios. El problema es el mismo: culto a la creación antes que al Creador. Pero no piense que la idolatría en nuestra sociedad es de alguna manera más sofisticada que la idolatría del paganismo primitivo. Tenga en cuenta los cambios que han tenido lugar en la religión en Estados Unidos en los últimos cincuenta años. El movimiento de la Nueva Era ha popularizado el hinduismo. La astrología, el espiritismo y el ocultismo han disfrutado de una popularidad sin precedentes. Las religiones indígenas norteamericanas, el vudú, la santería, el druidismo, Wicca (brujería) y otras creencias paganas antiguas han sido revividos. El culto a Satanás, algo inaudito en este país hace dos generaciones, es una de las sectas con más rápido crecimiento en la nación. Ahora la gente en nuestra cultura está adorando a los elementos, búhos manchados, o los delfines y las ballenas. El culto a la Tierra y a las criaturas parece estar en su apogeo en esta sociedad, que no tiene lugar para el Dios creador. La Madre Tierra es preferible al Dios Padre.
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Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. 2 CORINTIOS 9.8 A diferencia de las personas libres, los esclavos no tenían que preocuparse por encontrar algo que comer o un lugar donde dormir. Ya que sus necesidades estaban atendidas, ellos podían centrarse enteramente en servir al amo. Nuevamente, los paralelos con la vida cristiana son notables. Como creyentes, podemos enfocarnos en las cosas que Dios nos ha llamado a hacer, confiando en que Él atiende nuestras necesidades. «No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?». Dijo Jesús a sus seguidores: «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6.31–33). Aquellos que tienen como su prioridad mayor agradar a Dios pueden estar confiados que Él cuidará de ellos. Nadie comprendió mejor este principio que el apóstol Pablo. «Por nada estéis afanosos», escribió a los filipenses, «sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego» (4.6). Más adelante en ese capítulo, explicó que había aprendido el secreto del contentamiento, sin importar las circunstancias. Por consiguiente, él pudo exclamar: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (v. 13). El contentamiento de Pablo vino tanto de la confianza total en Cristo como de la evaluación correcta de sus necesidades.
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Estoy convencido de que estamos viviendo en una sociedad poscristiana, una civilización que está bajo el juicio de Dios. Si esto suena un poco pesimista o cínica para usted, en realidad no lo es. Las Escrituras predijeron con exactitud tiempos como estos (vea 2 Timoteo 3.1–5, 13). Pero los propósitos de Dios se cumplen, no importa cómo la gente se esfuerce vanamente en contra de Él. Tito 2.11–12 nos asegura que la gracia de Dios aparece, trayendo salvación en medio de la más baja depravación humana, enseñándonos a vivir «sobria, justa y piadosamente» (v. 12). Hay una gran esperanza, aun en medio de una generación maligna y perversa, para los que aman a Dios. Recuerde, Él edificará su iglesia y «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16.18). También es capaz de hacer que todas las cosas cooperan para el bien de sus elegidos (Romanos 8.28). Cristo mismo intercede por sus escogidos, personas que no son de este mundo, así como Él no es de este mundo (Juan 17.14). ¿Cuál es su oración? «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal… Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad» (vv. 15, 17). Entonces nuestro deber como creyentes con respecto al pecado es no tratar de purgar todos los males de la sociedad, sino que nosotros mismos nos ocupemos con diligencia en la tarea de nuestra santificación. Tenemos que preocuparnos más por el pecado en nuestras propias vidas. Solo cuando la iglesia se convierta en santa podrá comenzar a tener un efecto real y poderoso en el mundo exterior.
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Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 1 CORINTIOS 1.23–24 Lo que Pablo estaba diciendo en 1 Corintios es que el evangelio choca con nuestras emociones, choca con nuestra mentalidad, choca con nuestras relaciones personales. Hace añicos nuestras sensibilidades, nuestro pensamiento racional, nuestra tolerancia. Es difícil de creer. La cruz en sí misma proclama el veredicto sobre el hombre caído. La cruz dice que Dios exige la pena de muerte por el pecado, mientras que nos proclama la gloria de la sustitución. Rescata al que perece. Los que perecen son los condenados, los arruinados, sentenciados, destruidos; son los perdidos, los que están bajo juicio divino por violaciones interminables de su santa Ley. Si usted y yo no abrazamos al sustituto, sufrimos nosotros mismos esa muerte, y es una muerte que dura para siempre. El mensaje de la cruz no tiene que ver con las necesidades que se sienten. No se trata de que Jesús le ama a usted tanto que quiere contentarle. Se trata de rescatarlo a usted de la condenación eterna, porque esa es la sentencia que pesa sobre la cabeza de todo ser humano. Así que el evangelio es una ofensa por cualquier lado que se vea. No hay nada en cuanto a la cruz que encaje cómodamente con la forma en que el hombre se ve a sí mismo. El evangelio confronta al hombre y lo expone tal cual es. No se fija en el desencanto que siente. No le ofrece ningún alivio de sus luchas como ser humano. Más bien, va al asunto profundo y eterno del hecho de que está condenado y desesperadamente necesita que le rescaten. Solo la muerte puede lograr el rescate, pero Dios, en su misericordia, ha provisto un Sustituto.
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Why the kingdom? Because the Kingdom is God’s total answer to man’s total need.
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