La palabra que acusa y vivifica debe ser oída y obedecida, como también las palabras de consuelo y paz, porque sea que oigamos o no, la palabra de Dios tendrá efecto. El Señor todavía proclama misericordia a los hombres, pero a menudo ellos esperan liberación de las formas que se inventaron ellos mismos y que hacen segura su condenación. Mientras rehusen ir y buscar misericordia en Cristo y por Él, para que puedan vivir, el fuego de la ira divina cae sobre ellos. Los hombres pueden hacer un ídolo del mundo, pero hallarán que no puede proteger.
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La misma omnipotencia, para los pecadores arrepentidos, puede volver la aflicción y la pena en prosperidad y gozo, y con igual facilidad volver la prosperidad de los pecadores insolentes en profundas tinieblas. Los malos tiempos no producirán trato claro; esto es, los hombres malos no. Indudablemente eran malos estos hombres cuando los sabios y buenos pensaron que era en vano hasta hablarles. —Quienes busquen y amen lo que es bueno pueden ayudar a salvar la tierra de la ruina. Nos corresponde suplicar a Dios las promesas espirituales, rogarle que cree en nosotros un corazón limpio y que renueve un espíritu recto dentro de nosotros. El Señor siempre está listo para ser bondadoso con las almas que lo buscan; y entonces se atenderá a la piedad y a todo el deber. Pero en cuanto al pecador Israel, los juicios de Dios habían pasado a menudo por ellos, ahora pasarán a través de ellos.