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Gene Edwards
Por muchas razones. Una es evidente. En el reino espiritual, un hombre que esté a la cabeza de una rebelión ya ha demostrado—no importa cuan grandiosos sean sus discursos ni cuán angelicales sean sus métodos — que tiene una naturaleza inclinada a la crítica, un carácter sin principios y motivos ocultos en su corazón. Francamente, es un ladrón. Crea la tensión y el descontento dentro del reino, y luego toma el poder o lo socava con sus seguidores. Une a los partidarios que consigue para establecer su propio dominio. Es un comienzo lamentable, basado en el fundamento de la insurrección. No, Dios nunca aprueba la división en su reino. —Me resulta curioso — prosiguió el Sabio — que los hombres que se sienten competentes para dividir el reino de Dios no se sientan capaces de irse a alguna otra parte, a otra tierra, para erigir un reino completamente nuevo. No, ellos tienen que robar el reino de otro líder. No he visto la excepción. Siempre parecen necesitar al menos algunos partidarios previamente moldeados a su gusto. Comenzar solo y con las manos vacías asusta al mejor de los hombres. Eso también indica claramente lo seguro que están de que Dios está con ellos. Cada una de sus palabras, si verdaderamente se analizan, habla de su inseguridad. Hay muchas tierras intactas y sin dueño. Hay mucha gente en otros sitios que esperan para seguir a un verdadero rey, a un verdadero hombre de Dios. Repito (y hay quienes dicen que repito lo mismo con frecuencia). ¿Por qué los "aspirantes a reyes y profetas" no se marchan silenciosos y solos, encuentran a otra gente en otro sitio, y allí erigen el reino que imaginan? Los hombres que dirigen las rebeliones en el mundo espiritual son hombres indignos. No hay excepciones. Y ahora debo irme. Tengo que unirme al desfile que pasa.
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