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C.S. Lewis
Cualquier infatuación sexual, mientras se proponga el matrimonio como fin, será considerada “amor”, y el “amor” será usado para excusar al hombre de toda culpa, y para protegerle de todas las consecuencias de casarse con una pagana, una idiota o una libertina.
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C.S. Lewis
Una religión vaga —el hecho de sentir a Dios en la naturaleza, etc., — resulta tan atractiva porque es todo emociones y ningún trabajo, como mirar las olas desde la playa. Pero jamás llegaréis a Terranova disfrutando de ese modo del Atlántico, y no conseguiréis la vida eterna simplemente sintiendo la presencia de Dios en las flores o en la música. Tampoco llegaréis a ningún sitio estudiando los mapas sin echaros al mar. Y tampoco estaréis muy seguros echándoos al mar sin un mapa. En otras palabras: la teología es práctica, especialmente ahora.
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C.S. Lewis
El tipo de gente que nos conviene que conozca: rica, de buen tono, superficialmente intelectual y brillantemente escéptica respecto a todo. Mediante el término puritanismo, rescatamos anualmente de la templanza, la castidad y la austeridad de vida a millares de humanos.
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C.S. Lewis
Una vez que hayas hecho del mundo un fin, y de la fe un medio, ya casi has vencido a tu hombre, e importa muy poco qué clase de fin mundano persiga. Con tal de que los mítines, panfletos, políticas, movimientos, causas y cruzadas le importen más que las oraciones, los sacramentos y la caridad, será nuestro; y cuanto más “religioso” (en ese sentido), más seguramente nuestro.
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C.S. Lewis
Tenemos que dar un rodeo, dejar las colinas y los bosques y volver a nuestros estudios, a la iglesia, a nuestra Biblia y a ponernos de rodillas. De otro modo, el amor por la naturaleza empezaría a convertirse en una religión de la naturaleza, y entonces, aun cuando no nos condujera a «los oscuros dioses de la sangre», nos llevaría a un alto grado de insensatez.
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C.S. Lewis
Las más inflexibles feministas no tienen que envidiar al sexo masculino la corona que les es ofrecida, ya sea en el misterio pagano o en el cristiano: porque una es de papel; la otra, de espinas. El verdadero peligro no está en que los maridos vayan a coger la corona de espinas con demasiada vehemencia, sino que ellos permitan u obliguen a sus mujeres a que se la roben.
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