“Sería equivocado pensar que el modo de volverse caritativo es tratar de fabricar sentimientos de afecto. Algunas personas son «frías» por naturaleza; puede que eso sea una desgracia para ellos, pero no es más pecado que hacer mal la digestión, y no los aleja de la posibilidad, o los disculpa del deber, de aprender a ser caritativos. La regla para todos nosotros es perfectamente simple. No perdáis el tiempo preguntándoos si «amáis» a vuestro prójimo: comportaos como si fuera así. En cuanto hacemos esto, descubrimos uno de los grandes secretos. Cuando nos comportamos como si amásemos a alguien, al cabo del tiempo llegaremos a amarlo. Si le hacemos daño a alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes. Si le hacemos un favor, encontraremos que nos disgusta menos.”