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C.S. Lewis
Debes haberte preguntado muchas veces por qué el Enemigo no hace más uso de Sus poderes para hacerse sensiblemente presente a las almas humanas. Para Él, sería inútil meramente dominar una voluntad humana. Las criaturas han de ser una con Él, pero también ellas mismas. Él quiere que aprendan a andar y debe, por tanto, retirar Su mano; y sólo con que de verdad exista en ellos la voluntad de andar, se siente complacido hasta por sus tropezones. De ahí que las oraciones ofrecidas en estado de sequía sean las que más le agradan.
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C.S. Lewis
¿Por qué, entonces, nos ha dado Dios el libre albedrío? Porque el libre albedrío, aunque haga posible el mal, es también lo único que hace que el amor, la bondad o la alegría merezcan la pena tenerse. Un mundo de autómatas —de criaturas que funcionasen como máquinas— apenas merecería ser creado. La felicidad que Dios concibe para Sus criaturas más evolucionadas es la felicidad de estar libre y voluntariamente unidas a Él.
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C.S. Lewis
La amistad debe estar llena de admiración mutua, de amor de apreciación. Necesario será recordarla: sentiremos que somos nosotros mismos —nosotros cuatro o cinco— quienes nos hemos elegido unos a otros; al percibir cada uno la belleza interior de los demás, todos iguales, y formando así una nobleza voluntaria, creeremos que nosotros mismos nos hemos elevado por encima del resto de la humanidad gracias a nuestros propios poderes.
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C.S. Lewis
Una sociedad, una comunión, basada en la pura inteligencia no tendría por qué ser fría, desolada e inhóspita. Claro que tampoco resultaría ser eso a lo que la gente se refiere cuando usa palabras como espiritual, místico o sagrado. Si yo pudiera tener un atisbo de ello sería como…; bueno, casi me da miedo echar mano de los adjetivos que puedo utilizar. ¿Enérgico? ¿Entusiasta? ¿Atinado? ¿Alerta? ¿Intenso? ¿Despierto? No sé, por encima de todo, sólido. Totalmente de fiar. Firme. Los muertos no se andan con tonterías. Cuando digo «intelecto», incluyo la voluntad. La atención es un acto de voluntad. La inteligencia en acción es voluntad por excelencia.
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C.S. Lewis
Caridad significa «amor en el sentido cristiano». Pero el amor, en el sentido cristiano, no significa una emoción. Es un estado, no de los sentimientos, sino de la voluntad; el estado de la voluntad que naturalmente tenemos acerca de nosotros mismos, y que debemos aprender a tener acerca de los demás. Es normalmente un deber alentar nuestros afectos —«gustar» de la gente tanto como podamos (del mismo modo que a menudo debemos alentar nuestro gusto por el ejercicio o la comida sana)— no porque este afecto sea en sí mismo la virtud de la caridad, sino porque la ayuda.
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C.S. Lewis
Sería equivocado pensar que el modo de volverse caritativo es tratar de fabricar sentimientos de afecto. Algunas personas son «frías» por naturaleza; puede que eso sea una desgracia para ellos, pero no es más pecado que hacer mal la digestión, y no los aleja de la posibilidad, o los disculpa del deber, de aprender a ser caritativos. La regla para todos nosotros es perfectamente simple. No perdáis el tiempo preguntándoos si «amáis» a vuestro prójimo: comportaos como si fuera así. En cuanto hacemos esto, descubrimos uno de los grandes secretos. Cuando nos comportamos como si amásemos a alguien, al cabo del tiempo llegaremos a amarlo. Si le hacemos daño a alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes. Si le hacemos un favor, encontraremos que nos disgusta menos.
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C.S. Lewis
Es curioso que los mortales nos pinten siempre dándoles ideas, cuando, en realidad, nuestro trabajo más eficaz consiste en evitar que se les ocurran cosas. Desvia su mirada de Él hacia ellos mismos. Haz que se dediquen a contemplar sus propias meritos y que traten de suscitar en ellas, por obra de su propia voluntad, sentimientos o sensaciones. Enséñales a medir el valor de cada oración por su eficacia para provocar el sentimiento deseado, y no dejes que lleguen a sospechar hasta qué punto esa clase de éxitos o fracasos depende de que estén sanos o enfermos, frescos o cansados, en ese momento. Los humanos no parten de una percepción directa del Enemigo. Nunca han experimentado esa horrible luminosidad, ese brillo abrasador e hiriente que constituye el fondo de sufrimiento.
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C.S. Lewis
Escritores utilizan la palabra caridad para describir no sólo el amor cristiano entre seres humanos, sino también el amor de Dios para con los hombres y de los hombres para con Dios. Acerca de la segunda clase de amor la gente a menudo se preocupa. Se les dice que deben amar a Dios. Y no pueden hallar ese sentimiento en sí mismos. ¿Qué deben hacer? La respuesta es la misma que antes. Comportaos como si lo amarais. No intentéis fabricar sentimientos. Preguntaos: «Si yo estuviera seguro de amar a Dios, ¿qué haría?» Cuando hayáis encontrado la respuesta, id y hacedlo.
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C.S. Lewis
Para ser malo, debe existir y poseer inteligencia y voluntad. Pero la existencia, la inteligencia y la voluntad son en sí mismas buenas. Por lo tanto debe estar obteniéndolas de un Poder Bueno: incluso para ser malo debe pedir prestado o robar a su oponente. ¿Empezáis a comprender por qué el cristianismo ha dicho siempre que el demonio es un ángel caído? Eso no es un mero cuento infantil. Es un reconocimiento real de que el mal es un parásito, no la cosa original. Los poderes que le permiten al mal seguir adelante son poderes que le ha otorgado la bondad. Todas las cosas que le permiten a un mal hombre ser eficazmente malo son buenas en sí mismas: la resolución, la inteligencia, la belleza, la existencia misma. Por eso, el dualismo, en un sentido estricto, no funcionará.
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C.S. Lewis
Toda la filosofía del Infierno descansa en la admisión del axioma de que una cosa no es otra cosa y, en especial, de que un ser no es otro ser. Mi bien es mi bien, y tu bien es el tuyo. Lo que gana uno, otro lo pierde. Hasta un objeto inanimado es lo que es excluyendo a todos los demás objetos del espacio que ocupa; si se expande, lo hace apartando a otros objetos, o absorbiéndolos. Un ser hace lo mismo. Con los animales, la absorción adopta la forma de comer; para nosotros, representa la succión de la voluntad y la libertad de un ser más débil por uno más fuerte. “Ser” significa “ser compitiendo”.
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C.S. Lewis
Aparentemente, las ratas de la vindicación y el resentimiento siempre están allí, en el desván, de mi alma. Y ese desván está fuera del alcance de mi voluntad consciente. Puedo, hasta cierto punto, controlar mis actos, pero no tengo un control directo sobre mi temperamento. Y si, (como dije antes) lo que somos importa aún más que lo que hacemos —si, ciertamente, lo que hacemos importa principalmente como evidencia de lo que somos— entonces se sigue que el cambio que más necesito llevar a cabo es un cambio que mis propios esfuerzos directos y voluntarios no pueden realizar. Y esto puede aplicarse también a mis buenas acciones. ¿Cuántas de ellas fueron hechas por el motivo correcto? ¿Cuántas por miedo a la opinión pública, o por un deseo de ostentación? ¿Cuántas por una suerte de obstinación o de sentido de superioridad que, en circunstancias diferentes, podrían haber conducido igualmente a una mala acción? Pero yo no puedo, a través de un esfuerzo moral directo, proporcionarme a mí mismo nuevos motivos. Después de los primeros pasos en la vida cristiana nos damos cuenta de que aquello que verdaderamente necesita hacerse en nuestras almas sólo puede ser hecho por Dios.
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C.S. Lewis
No hay nada como el suspense y la ansiedad para parapetar el alma de un humano contra el Enemigo. Él quiere que los hombres se preocupen de lo que hacen; nuestro trabajo consiste en tenerles pensando qué les pasará. Tu paciente debería aceptar con paciencia la tribulación que le ha caído en suerte: el suspense y la ansiedad actuales. Es sobre esto por lo que debe decir: “Hágase tu voluntad”, y para la tarea cotidiana de soportar esto se le dará el pan cotidiano. Es asunto tuyo procurar que el paciente nunca piense en el temor presente como en su cruz, sino sólo en las cosas de las que tiene miedo. Déjale considerarlas sus cruces: déjale olvidar que, puesto que son incompatibles, no pueden sucederle todas ellas. Piensa en tu hombre como en una serie de círculos concéntricos, de los que el más interior es su voluntad, después su intelecto, y finalmente su imaginación. Debes estar empujando constantemente todas las virtudes hacia fuera, hasta que estén finalmente situadas en el círculo de imaginación, y todas las cualidades deseables hacia dentro, hacia el círculo de la voluntad.
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C.S. Lewis
Mientras Dick (ateo) no se vuelva hacia Dios, piensa que su bondad es suya, y mientras siga pensando eso, no es suya. Lo es cuando Dick se da cuenta de que su bondad no es suya sino un regalo de Dios, y cuando se la ofrece a su vez a Dios, es justamente entonces cuando empieza a ser realmente suya. Porque ahora Dick está empezando a intervenir en su propia creación. Las únicas cosas que podemos guardar son aquellas que le damos libremente a Dios. Lo que intentamos guardarnos para nosotros es justamente lo que con toda seguridad perderemos.
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